Lo que pasó fue simple.
Un cierto día ocurrió que nací,
sin adhesión propia.
No fui advertido: tampoco sería el mismo
en cuanto esto durase.
¡Tantos YO hasta ahora! ¿Y cuántos más?
Escucho sus garabatos
delineando a éste, que intenta serme…
Curiosos de saber el ayer que fuimos… O quién mañana que aún no conozco.
Me avergüenzo siempre de sus torpezas
pero los absuelvo, por falta de actualidad.
Añoro sin embargo los despojos espontáneos,
la soberbia edad del pavo y su historia del remache.
Hoy, conmemoré la muerte de un niño y de otros jóvenes.
Yo seguí la cuadra, sólo eso sobrevino,
y en algunos resquicios, mis otros eventuales se aferran.
Sé que recibo enfados y miradas tras las cortinas
y no es extraño que también me aceche distante,
vigilando lo absurdo.
Me vi en la espera de un ahora improbable.
Y entre el sueño del instante y mi conformidad,
reservamos el único espacio legítimo.
Aquello que unánimes, hemos legado al tiempo,
y al descuido.
Novicios de vida, la culpa será de otros…
Como siempre.