¿Cómo decirte Carmen?
Mujer del ciclo de las aguas – la que torna bocas secas en diluvios.
¿Cómo hacerlo?
Es que lo pienso como tinta viscosa que macula
la memoria,
que el ámbar, la amapola y la calandria
resucitan en tus palabras de mujer ambigua,
mujer de espiga ardiente en tu mirada de onza,
famélica de cuerpos y de blanca sangre como
algunos copihues
o roja, como el penacho rey del cardenal
silvestre.
Mujer, que ciñes de voz amarga, el estruendo
naciente desde tu norte,
hasta tu sur abierto y herido.
¿Cómo decirte Carmen?
La pequeña de rumiantes dedos, la de
infinitas facas que se afilan con la letra del deseo
y gozan
y desmayan
y alborotan mi cabeza, llena de pájaros
marrones y ajenos.
Cómo decirte que la sola sed que me causa la
ironía de un adjetivo abierto,
Ingenioso, tosco, renegado,
es una sed de antorcha inagotable, de
aborígenes cuerpos que se esconden
del colono funesto y la mentira.
Ay, si yo supiera decírtelo, como lo canta tu
larga lengua apalabrada
y así lo fija al seso en las mesas de los
bares,
por los rincones de mi Santiago penitente.
Si así, yo pudiera, decirlo por lo bajo,
para que nadie,
en el remedo de un abrazo, me robase la
insidiosa alegría que me engendras.
Así lo haría.
En el hartazgo fulminante de decir la palabra
que oculta tu garganta,
hasta el óbito.
Pues bien es sabido, que no basta con
quererlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario